Sentir el pulso del corazón es la prueba más fiable para saber si se está vivo o muerto. El corazón late una media de 36 millones de veces al año y, a día de hoy, ninguna máquina puede funcionar con tanta eficacia ni con tanta precisión durante tanto tiempo, por ello, los latidos del corazón son el ritmo que nos marca el camino hacia la vida.